Tres mosqueteros.

Domingo 25/07
Me desperté y desperezándome, desayuné los copos de nieve que caían por la ventana. Plumas. Como si por la noche alguien hubiese estado jugando una silenciosa guerra de almohadas.
Tan livianos que parecen nunca terminar de caer, espiral de por medio, tocan el piso sin que nadie se entere. El mismo sonido que hace un gato al caminar, mi gata. Hasta ahora son lo más parecido que vi a Omara: blancos, silenciosos, esponjosos, rebeldes y caprichosos. 
Copos de nieve. Que pasaron de ser el canto de un vendedor de algodones de azúcar, a mi primer paisaje en la mañana.
Benditos sean los cambios de clima ( los de vida también). A vos, animate. Está buenísimo y nada mas terrible que el sólo hecho de tener una nueva historia puede pasar.

Lunes 26/07
Me desperté temprano para ir a buscar mis cuadernos (ya les voy a contar más adelante). Los cuales no estaban listos todavía, así que mi segunda parada fue el súpermercado. Sí, no es mi paseo preferido pero ya nos llevamos mejor. Ya distingo una lavandina de un queso. Y sé que las cosas se agrupan por góndolas. Creía que no, pero el simulacro de mercado que armamos en primer grado me sirvió para ganarle al laberinto de packaging.
Cebolla va, fideos vienen, sobreviví, y disfrazada de ekeko, dejé una estela de currículums sobre la calle Gallardo. Espero que alguien muerda esa carnada de papel y pesque a su empleada del mes pronto. Quiero quedarme. Cuando bajé del colectivo me detuve a jugar con los copos de nieve que se quedaban prendidos en mi polar color negro. Juro que tienen la forma que ven en internet. Infinitas estrellas ninja, entrelazadas entre sí arman un copo plumoso.
Ya en casa, preparé un guiso que mataba cualquier frío sin posibilidad de defensa.

Martes 26/07
Arlt, tiene algo para decirte
Mi día libre. Intenté cambiarlo para reorganizar mi agenda pero esta vez no se pudo. Sin afligirme recordé el "todo pasa por algo" y así era. Ahora sí me cambié, me vestí, me vestí encima de lo que llevaba puesto y salí. Cuando crucé me di cuenta de que no era para tanto, de que ayer nevó y hoy ya nadie se acordaba, porque así es el clima acá. Hoy nieva que se te hielan las ideas, y al día siguiente el sol que sale te las cocina. Siempre en tiempo presente, el pronóstico extendido es para calmar a los ansiosos. Acá hay que tomarse en serio el "no dejes para mañana lo que puedes hace hoy".
Menos vestida y ya en el centro, me fui a terminar los quehaceres y finalizada la lista volvió en forma de pregunta el ¿Qué hacer?
Sin compañía porque las visitas llegan el jueves, y los chicos se fueron todos al cerro, que de paso aclaro, no me gusta. Será que no subí, pero la base del Catedral es  como el patio de comidas del Plaza Oeste pero nevado y transitado por un desfile de mamelucos que compiten por quién lleva la inscripción más grande de la marca de su equipo. #LODIJE
Tengo tiempo para cambiar de idea.
Llegando al centro cívico me acerqué a la Biblioteca Sarmiento, a la cual no pude hacerme socia por no se residente (¡Todavía!) pero si pude gozar de una silenciosa tarde rodeada de lo que más amo lluego de los gatos y el lago: libros.
Me fui de casa hace ocho semanas, lamentando dejar mi minibiblioteca en casa. Acá encontré títulos incríbles y un lugar dónde pasar los días feos en los cuales no me acompaña ni mi soledad.
dando vueltas, y quejándome de no haber encontrado "Walden o la vida en los bosques" de Thoreau, pdf que me acompaña cada tanto, llegó a mi "Me voy a vivir al sur" de Luisa Peluffo.
Ese contundente título reafirmó mi teoría de que uno no encuentra los libros, si no que los libros nos encuentran a nosotros. 
Desde la primera letra me sentí identificada con la historia, los miedos propios y ajenos, las sensaciones que describe la autora. Increíble fue haber encontrado las emociones que transité en estos dos meses reflejadas de manera tal fiel.  No sólo son instrucciones para irse a vivir a la patagonia,  si no que es una guía que a la distancia te acompaña y te dice "Se puede. No sos ni la primera, ni la última persona que lo intentará". Hace casi dos meses que estoy acá y sólo sé que de acá no me voy. No puedo imaginar mi vida sin el lago, sin las montañas, sin el cielo. El frío es lo de menos, y todo lo que me falta va a llegar con el tiempo. Sólo sé que acá todo empieza. 
Dentro de los textos citados, se encuentran las "aguafuertes patagónicas" de Arlt, que semanas antes, me regaló sus "aguafuertes porteñas". Veremos si las encuentro y descifro el mensaje secreti detrás de ellas. 
"Podrás amar la naturaleza, el andinismo, la vida de

campamento, el esquí y la pesca o ser un tronco para
cualquiera de esas cosas y rezongar, putear o desesperarte. Lo
único que se necesita para vivir en el Sur es sentir que aquí
estás en armonía. Que este es tu lugar."

Miércoles 27
Mi día transcurrió en el hostel, todos se fueron y luego de terminar mis tareas me dedique a escribir, a dibujar y a pensar en que mañana llega Coky, en todo lo que vamos a hacer, en que nuevamente tengo una cara conocida cerca para compartir lo que vivo, mostrar lo hermoso que es este lugar, mi lugar.

Jueves 28 
La alarma sonó temprano. El vuelo de Coky llegaba a las catorce y diez, y yo no.
El primer colectivo se retrasó, por ende el segundo también.  Cómo sea, llegué, y corriendo de ansiedad bajé las escaleras del aeropuerto eufórica buscando a mi amiga a la que abracé con el alma. Después de llorar, nos fuimos a tomar el colectivo de vuelta. Mientras ella miraba el aeropuerto (¿Qué puede atraerte de un edificio entre tanta belleza?), yo miraba la estepa que envuelve el camino. Ya les hablé de mi fascinación por los tonos ocre. 
Esperaba hablar con mi amiga, y si bien charlamos, se mostró muy pendiente del celular repreguntándome cosas todo el tiempo. 
Poco me importó, estaba ahí conmigo presente, viendo todo lo que me envuelve. Una vez en el hostel, ya acomodadas en la habitación, con la panza llena y el corazón más que contento, nos dispusimos a salir por un cerveza de bienvenida. En el momento en el que iba a bajar para salir, entró Santi, mi compañero, preguntándome si aún quedaba lugar en la habitación para un chico que había llegado. El espécimen era raro, muy raro, y la situación también. Hasta que se saco los lentes y la bufanda y vi que no recibí una visita, sino, dos: era Joni, que se escondió en el aeropuerto (por eso Coky miraba tanto) y vino detrás de nosotras. Todo planeado, admito que gato encerrado hubo desde que vi una reserva para dos personas que en realidad era para una, pero no quería ilusionarme. Mis amigos están completamente locos. Del jardín a Bariloche, un vuelo sin escalas y una amistad sin peros. Toda una vida con ellos y obvio, no pude resistirme a llorar a los gritos cuando lo ví. El mejor regalo que tengo son ellos. Este viaje resignificó la palabra AMIGOS. 

Pasado el shock inicial del encuentro, y atando cabos sueltos de todas las situaciones raras en las que Mabel casi se pisa hablando, o los mensajes que me llegaban, nos fuimos al supermercado a abastecernos pero... terminamos en Berlina Pueblo. Y bueno, parada técnica para ir entrenando al equipo olímpico de birra artesanal que formamos. 


Viernes 29
Nos levantamos relativamente temprano para poder ir a matear a la playita que está acá nomás. Selfie va, mate viene, me volví a cumplir horario y ellos unos pasos más atrás huyéndole a la llovizna que amenazaba con hacerse grande.
Almorzamos rico e improvisado, y mis compañeros hicieron un perfecto clavado directo a la siesta. Ya de tarde, el Berlina del kilómetro 12 quería conocernos, así que un poco bajo lluvia y con la SUBE más que en rojo, nos fuimos al encuentro. 
Risas conocidas, historias repetidas y lugares nuevos se mezclaron con un número impar de cervezas. Ya contentos, encaminamos para La Luna. 
Lugares raros sí los hay, no tengo palabra que describa el ambiente que nos encontramos, pero de sorpresa una palestra se metió frente a mis ojos y terminé tomando clases de escalada en un bar. Amo las cosas improvisadas, y dentro de mi lista, esta clase se llevó el premio. 
Me propongo cambiar el circo por las paredes rocosas. Veremos como me va, sabemos que en todo lo que implique parecerme a un mono, siempre juego de local.

Sábado 30
Llegó Sol, Chol, para los amigos, y dentro de imprevistos llegamos a su encuentro. En realidad no llegamos, si no que vi venir el colectivo y salí corriendo, olvidándome a Coky por el camino. A los gritos la abracé (me ponen eufórica los encuentros), y las dos coincidimos en que es un reencuentro de aquel BRC´11 que coronó con cenizas nuestro viaje de egresados. Viejazo de por medio, arribamos a destino.
Los ñoquis del 29 llegaron con delay. Mejor tarde que nunca. Ni tiempo de digerir nos dimos que ya los estábamos bajando con tortas fritas y mate. 
Para completar el coctail fatal, metimos fernet con coca. Todo digestivo, jamaica no problem.
En este momento, tengo a los tres (Rosa)mosqueteros preparándose para conocer La Cruz. 
Ya veremos qué aventuras nos esperan estos días. El sábado que viene, les cuento.

Balance semanal:
"Hacer de la interrupción un camino nuevo
Hacer de la caída un paso de danza
del miedo, una escalera,
del sueño, un puente
de la búsqueda, un encuentro"

Mi nuevo desafío, consiste en jugar a contrarreloj y conseguir trabajo. Si estás en Bariloche y me podés dar una mano, genial. Si no estás en Bariloche y me podés dar buena onda, mejor todavía. Lo importante es seguir adelante. Yo de acá no me voy. 


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